La ayuda que aporta la medicación, supone, en general, una eliminación automática, casi mágica del síntoma, ya sea el movimiento o la inatención, y una mayor aceptación social del niño, que de esta manera se amolda más a lo esperado, pero, también es cierto, que así evitamos hacer un planteamiento en profundidad sobre el sentido y significado de ese síntoma, en ese niño y en ese grupo familiar en particular. Es decir, borramos de un plumazo lo particular, la singularidad de ese sujeto, que realiza su petición de ayuda en un momento y contexto particular, diferente a cualquier otro. Eso sí, calmamos la enorme angustia que generan estos casos, pero no resolvemos ni nos preguntamos por el verdadero motivo que lleva a ese sujeto al movimiento o al continuo despiste.

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